sábado, 4 de febrero de 2012

La complicidad de EE.UU. con la dictadura

 
Reproducimos a continuación un artículo de Raúl Arcomano, publicado en la última edición de Miradas al Sur:

La complicidad de EE.UU. con la dictadura

Año 5. Edición número 193. Domingo 29 de enero de 2012
La mejor música para sus oídos: eso escuchó el funcionario argentino, de boca del por entonces superinfluyente secretario de Estado norteamericano. “Si tienen que hacer ciertas cosas, háganlas rápido y vuelvan lo antes posible a la normalidad”, le espetó Henry Kissinger al interventor militar en la Cancillería argentina, el vicealmirante César Guzzetti. Era junio del ’76 y Estados Unidos daba vía libre para la represión que había empezado el 24 de marzo. Guzzetti volvió al país y dio la buena nueva a Jorge Rafael Videla. Cuatro meses después, el 7 de octubre, Kissinger y Guzzetti volvieron a encontrarse en el Hotel Waldor Astoria, en Nueva York.
–Nuestra lucha dio muy buenos resultados en los últimos cuatro meses. Las organizaciones terroristas han sido desmanteladas. Si continuamos en esa dirección, a fin de año, el peligro habrá sido puesto a un lado. Siempre habrá incidentes aislados –dijo Guzzetti.
–Nuestra actitud básica es que queremos que ustedes tengan éxito. Yo tengo un punto de vista, pasado de moda, que es apoyar a los amigos. Lo que no se entiende en los EE.UU. es que ustedes estén en una guerra civil. Leemos sobre los problemas con los derechos humanos, pero no vemos el contexto. Cuando más rápido ustedes tengan éxito, mejor. El problema de los derechos humanos está creciendo. Su embajador puede informarlo. Queremos una situación estable. No queremos causarles dificultades innecesarias. Si ustedes pueden terminar antes de que el Congreso reanude sus sesiones, mejor. Todas las libertades que restituyan ayudaría –contestó Kissinger. El funcionario no estaba preocupado por las violaciones a los derechos humanos, sino que quería que los militares “apuraran” el aniquilamiento. Temía que lo complicara el Congreso de su país, que empezaría a sesionar en enero de 1977.
Este dialogo, desclasificado en 2002, es un ejemplo de la actitud que tuvieron los Estados Unidos con las dictaduras latinoamericanas de los ’60 y ’70. Podría decirse que, al menos en la Argentina, el gran país del norte no participó activamente en el armado del golpe. Sí estaba al tanto de que ocurriría. Y apoyó y complotó en silencio. Es decir: no fue un actor principal como sí lo fue, por ejemplo, en el derrocamiento de Salvador Allende en Chile. Es que no querían repetir la experiencia chilena. “Los norteamericanos se mantendrían en una tensión entre la colaboración y la prudencia; los argentinos en un cínico desdoblamiento de su estrategia pública y clandestina”, analiza un texto del Proyecto de Documentación del Cono Sur del National Security Archive (NSA), realizado a 30 años del golpe de 1976.

No hay comentarios:

Publicar un comentario