viernes, 21 de septiembre de 2012

Elecciones EEUU: disputa por el voto latino

El camino a la Casa Blanca

Obama y Romney, en guerra por el voto latino

El candidato republicano trabaja intensamente para reducir la ventaja del presidente
Por Rafael Mathus Ruiz  | LA NACION

NUEVA YORK.- El diálogo de Barack Obama con dos de los periodistas hispanos más respetados de Estados Unidos, Jorge Ramos y María Elena Salinas, llegaba a su fin cuando Ramos le preguntó cuál había sido el principal fracaso de su presidencia.
"Jorge, mi mayor fracaso hasta ahora es que todavía no hemos conseguido una reforma inmigratoria integral", respondió Obama.
Fue un reconocimiento explícito a una promesa que hizo en 2008 y que nunca cumplió: firmar, durante el primer año de su mandato, una ley que le ofreciera un camino a la ciudadanía a los más de 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos, la mayoría de ellos hispanos.
En una de las pocas coincidencias que ha dado la campaña, tanto Obama como su rival republicano, Mitt Romney, se quejaron esta semana de que Washington trata los problemas de millones de familias de inmigrantes como una "pelota política".
Y lo hicieron con un día de diferencia, ante los mismos periodistas y en el mismo lugar: un "encuentro con los candidatos" organizado por la cadena Univisión, al que ambos accedieron, brindándole un pequeño triunfo de la cadena hispana, que había sido excluida de los debates presidenciales.
Allí, cada uno entregó un mensaje diseñado para seducir a los millones de votantes hispanos, que si bien están desparramados por todo el país, tienen más presencia en varios estados donde se decidirá la elección: Nevada, Colorado, Nuevo México, Virginia y Florida, uno de los botines más codiciados del mapa electoral.
Obama goza de una ventaja abrumadora, al contar con el apoyo del 72% de los "probables votantes" hispanos, contra sólo el 22% que votaría a Romney, según una encuesta del Centro de Investigaciones Pew, difundida anteayer.
Así, Obama enfrenta el desafío de lograr que esos "probables votantes" sufraguen el 6 de noviembre: entre los latinos, la tasa de participación es más baja. Romney aspira a cerrar la brecha y obtener un respaldo del 38%, levemente superior al que obtuvo George W. Bush en 2000.
Claro que existe una diferencia enorme entre ambas campañas republicanas: Bush fue el último mandatario que apoyó y estuvo cerca de lograr que el Congreso aprobara, en 2001, una amnistía para los inmigrantes indocumentados.
Obama se agarró de ese antecedente para justificar su promesa incumplida, al afirmar que fue ingenuo y que no esperaba que los republicanos le dieran la espalda ahora a una iniciativa que apoyaron en el pasado. De hecho, el último presidente norteamericano que firmó una amnistía fue un republicano: Ronald Reagan.

Tema candente

Pero luego de la irrupción del movimiento ultraconservador Tea Party, la inmigración se convirtió en un tema candente dentro de un Partido Republicano dividido, donde conviven posturas moderadas, como las del ex gobernador de Florida Jeb Bush, con visiones extremas, como las que Romney mostró durante las primarias, que ahora intenta suavizar.
"Amo la inmigración legal", dijo Romney, anteayer, cuando le tocó su turno con Ramos y Salinas, que lo presionaron para que diera precisiones sobre qué políticas inmigratorias impulsará en caso de llegar a la Casa Blanca.
Fue inútil. Sólo dijo que arreglará el sistema inmigratorio, sin dar detalles, y que les dará a los jóvenes indocumentados, conocidos aquí como los "dreamers" (soñadores), una solución definitiva en reemplazo del alivio que Obama les brindó este verano, cuando firmó un decreto para diferir su deportación y obtener visas de trabajo hasta tanto se apruebe una ley que les abra el camino a la ciudadanía.
Romney moderó también su apoyo a la polémica ley de Arizona, a la cual había llamado "un modelo para el país" y de la cual dijo anteayer que respalda sólo la cláusula que exige a las empresas verificar la situación inmigratoria de las personas que contratan.
"No vamos a reunir a gente de todo el país y deportarla. Lo dije en mi campaña de las primarias una y otra vez, no vamos a reunir a 12 millones de personas y deportar a todo el mundo", insistió Romney.
Con todo, si algo reveló la importancia de los hispanos en estas elecciones, no fue la presencia de los candidatos en Univisión, los cambios en el discurso o las promesas de una reforma migratoria.
Fueron las palabras de Romney en el fatídico video difundido el lunes pasado, al bromear sobre su padre, que nació en México: "Si hubiera tenido padres mexicanos, yo tendría una mejor posibilidad de ganar". Pero desafortunadamente, sus padres eran norteamericanos que vivían en México.

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