martes, 24 de marzo de 2015

Así analizan dos exponentes de la derecha - Cisneros y Oppenheimer- la inminente Cumbre de las Américas

Venezuela: Obama provoca decepciones en la región

Por Andrés Cisneros (Clarín) -ex vicecanciller de Menem-
La asombrosa declaración oficial norteamericana de que Venezuela se ha convertido en “una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior”, aparece confirmando a la muy pobre política exterior de Obama para con esta parte del continente. Si se trataba de desacreditar al régimen chavista, había necesidad de afectar a Venezuela entera, como Estado, sin diferenciar entre ese respetable país y sus repudiables gobernantes?
Si siete o más funcionarios y ex funcionarios del régimen esconden dineros mal habidos en el sistema bancario norteamericano o son responsables de condenables tratativas con terroristas y narcotraficantes, ¿no era preferible denunciar pormenorizadamente a esos ladrones y a esos delitos para que quedaran en evidencia ante el mundo y, en especial, ante el resto de América Latina?
Hace rato que Obama está siendo vapuleado por su entera política exterior y, en lo que a nuestra región concierne, en estos momentos por acusaciones de blandura en el diálogo con el castrismo. No solo el Tea Party y la derecha republicana sino también algunos demócratas y moderados de ambos partidos han venido presionando para que se tomen medidas más duras que balanceen esa supuesta debilidad en el caso de Cuba. La invitación parlamentaria para que Netanyahu hablara en el Congreso sin invitación del Ejecutivo ni entrevista con el Presidente, solo pudo leerse como una fuerte censura del Legislativo a la manera en que se están conduciendo algunos asuntos exteriores. No importa si la razón la tuvo Obama o el Congreso, lo que importa es el desaire y la grave fisura que está delatando.
Es posible que, desde una visión norteamericana, sea a través de Venezuela que en América Latina están penetrando potencias extra continentales como Rusia, China y el temido Irán. Moscú instaló en Venezuela, dos fábricas de los famosos Kaláshnikov, arma favorita del terrorismo mundial; China se apresta a construir en Nicaragua un canal competidor del de Panamá y se ha revelado que Chávez habría intentado –no se sabe aún con qué éxito- que Argentina retomara la provisión de material nuclear a Teherán, iniciada años antes y cancelada por Argentina en 1992. Todo el mundo recuerda, además, que Chávez propuso formalmente el reconocimiento de las FARC como combatientes legalmente legítimos y el respeto internacional de la “soberanía” resultante sobre los vastos territorios que esos narcotraficantes criminales por ese entonces dominaban.
Se comprende que, para el ciudadano norteamericano promedio, esas acciones puedan considerarse atentatorias de la seguridad nacional de su país pero, de nuevo, no podía sancionarse solo al gobierno en lugar de castigar al país entero? Se trata del mismo error conceptual que llevó a Washington a mantener por cincuenta y cinco años el indefendible embargo sobre Cuba, afectando a sus pobladores, sin diferenciarlos del régimen castrista. El próximo once de abril dará comienzo en Panamá la séptima Cumbre de las Américas (¿hace falta recordar la de Mar del Plata?). Allí Obama tenía la oportunidad dorada de dirigirse a la entera América Latina para invitarnos a todos, quizá a través de la OEA, a participar o al menos monitorear las inminentes negociaciones, escalón por escalón, de su deshielo con Cuba, cosa que debió hacer desde el principio pero prefirieron, otra vez, ignorarnos. Se habría retirado de la reunión aplaudido y con un logro importante para la historia de su gobierno.
No lo hizo y, al castigar a Venezuela por culpas que son de su régimen, no del país como tal, refuerza los argumentos de sus enemigos populistas en la región y obliga a aquellos otros gobiernos que ya están hartos del chavismo, a acercarle un apoyo a Venezuela, aunque ello suponga renovarle el aire a Maduro. Cierre de lamentar para la política exterior de una presidencia que, en su momento, despertó tantas expectativas.

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Obama deja fuera de agenda a América del Sur


El anuncio de la Casa Blanca sobre la agenda del presidente Barack Obama para la Cumbre de las Américas el próximo 10 y 11 de abril en Panamá, en el que se indica que se reunirá con líderes del Caribe y América Central, plantea una gran pregunta: ¿Estados Unidos ha renunciado a América del Sur?
Según un comunicado oficial, Obama viajará a Jamaica el 8 de abril para reunirse con líderes de los 15 países de la Comunidad del Caribe (Cacricom) y tener una reunión bilateral con la primera ministra de Jamaica, Portia Simpson-Miller. De allí irá a Panamá para asistir a la Cumbre de las Américas, a la que por primera vez asistirá Cuba. En la cumbre, Obama se reunirá con los líderes de los ocho países del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y con el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela.
Pero ¿qué pasa con Brasil y otros países sudamericanos?, les pregunté a funcionarios de Estados Unidos en los últimos días. Hasta el momento, no está prevista ninguna reunión grupal ni bilateral con países de América del Sur, dicen los funcionarios de Washington. Agregan que lo más probable es que Obama se reúna informalmente con varios presidentes sudamericanos durante las sesiones cerradas de todos los jefes de Estado que participen en la cumbre.
En 2009, el presidente estadounidense se había reunido con los líderes de los 12 países de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago. En la de Cartagena, en 2012, tuvo una reunión bilateral con el presidente colombiano, Juan Manuel Santos.
Las relaciones de América del Sur con Estados Unidos se deterioraron seriamente en la última década. Brasil, Venezuela y otros países -envalentonados por sus exportaciones de materias primas a China- crearon sus propias organizaciones subregionales, como la Unasur, para excluir a Estados Unidos de las decisiones regionales.
La sede de la Unasur fue instalada en Ecuador y la entidad está presidida por el ex presidente de Colombia Ernesto Samper, cuya visa de entrada a Estados Unidos fue revocada en 1996 -y nunca restituida- tras acusaciones de que su campaña presidencial de 1994 había sido financiada por el cartel de Cali.
Pocos días atrás, las relaciones de Washington con América del Sur registraron un nuevo bajón después de que Obama emitió una orden ejecutiva para negar visas de entrada a Estados Unidos y aplicar sanciones financieras a siete funcionarios venezolanos acusados de violaciones de los derechos humanos. La Unasur inmediatamente denunció la medida como una "amenaza injerencista" de Washington.
Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, un centro de análisis político con sede en Washington, dice que el hecho de que no haya una reunión entre Obama y la Unasur en Panamá es "reconocimiento de la realidad". Y añade: "La realidad es que la influencia de Estados Unidos en América del Sur se ha convertido en marginal, y que si Estados Unidos tiene alguna influencia en la región es en América Central y el Caribe."
Al centrar su atención en América Central y el Caribe, Obama también podría estar tratando de llenar el vacío dejado por Venezuela en la cuenca del Caribe. Venezuela ya no puede mantener su apoyo a Petrocaribe, la institución que canaliza sus subsidios petroleros a esa región, agregó Shifter.
Los funcionarios estadounidenses rechazan la idea de que el gobierno de Obama haya renunciado a América del Sur y agregan que los países centroamericanos y caribeños enfrentan los peores problemas: energéticos y de violencia y drogas.
Mi opinión: Obama debería tender puentes con Brasil y otros países sudamericanos en la cumbre.

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