viernes, 10 de junio de 2016

Macri encontró nuevos socios para revivir el ALCA

Enrique Peña Nieto (México), Michele Bachelet (Chile), Ollanta Humala (Perú) y Juan Manuel Santos (Colombia) recibirán a Macri.

 

Macri se aleja otro poco de la Patria Grande

México, Colombia, Perú y Chile, los países que integran la Alianza del Pacífico, el bloque afín al libre comercio que impulsa los Estados Unidos en la región, le dieron la bienvenida a la Argentina como país observador.

Por Nora Veiras (Página/12)

El gobierno de Cambiemos va pavimentando su nuevo camino en las relaciones internacionales: La Alianza del Pacífico aprobó anteanoche el pedido argentino para incorporarse a ese bloque como país observador. Tal como había adelantado Página/12, la Cancillería había iniciado el trámite con la mira puesta en la participación del presidente Mauricio Macri en la cumbre que se reunirá el 1 de julio en Chile. A priori, la condición de “observador” no impacta en la continuidad de pertenencia al Mercosur pero si muestra la intención de cerrar filas con los países de la región más afines a la estrategia de acuerdos de libre comercio impulsada por los Estados Unidos: México, Colombia, Perú y Chile.
La XV reunión del consejo de ministros de la Alianza del Pacífico sesionó en México para organizar la cumbre de julio. El canciller chileno, Heraldo Muñoz, anticipó que el encuentro en Puerto Varas “tendrá una presencia inédita de al menos dos presidentes” que no pertenecen a la alianza, Macri y “casi con seguridad” su par de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, “lo que indica que la Alianza del Pacífico sigue generando interés, y eso es muy positivo para los cuatro países que la integramos”. Además de Argentina, se sumaron como observadores La República Checa, Rumania, Ucrania, Egipto, Eslovaquia y Noruega.
A principios de mayo la canciller Susana Malcorra había comentado que Macri estaba invitado a asistir como observador a la XI cumbre por el mandatario peruano, Ollanta Humala –presidente pro témpore saliente de la Alianza del Pacífico– y por la chilena Michelle Bachelet, quien los sucederá en el cargo. Sin embargo, fue en una reunión rutinaria de la comisión del Mercosur en la Cámara de Diputados, donde el embajador de Perú, José Luis Néstor Pérez Sánchez-Cerro, sorprendió a sus interlocutores al informar que la Argentina había iniciado el trámite para constituirse como país observador de la Alianza del Pacífico.

Soberanía Cero

La seducción de los funcionarios de Cambiemos por los bloques comerciales y políticos que suponen desandar el camino de la Unasur y la Celac, es decir de la unidad latinoamerica sin el tutelaje de los Estados Unidos, es uno de los mojones de su política. A mediados de mayo, el secretario de Comercio, Miguel Braun, aseguró que “el país, a largo plazo, ingresará en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP)”. Lo aseguró en una charla en el Atlantic Council en Washington. “Estamos esperanzados en formar parte del Acuerdo tarde o temprano. Obviamente va a tomar tiempo”, dijo y recordó que el Presidente quiere abrirse a “socios estratégicos” como los Estados Unidos con iniciativas como el TPP. El acercamiento a la Alianza del Pacífico es un paso en ese camino.
La pertenencia al Mercosur implica una limitación para los deseos del gobierno de Cambiemos de integrarse a la Alianza del Pacífico. El Tratado de Asunción y la resolución 32/00, constitutiva del Mercosur impide que los países miembros de ese mercado común puedan negociar en forma individual acuerdos de libre comercio. Nada impide que puedan constituirse en observadores, como ya lo son Uruguay y Paraguay. La Argentina durante la gestión kirchnerista no evaluó esa alternativa porque implicaba una señal positiva hacia la política de libre comercio de los Estados Unidos.
El triunfo de la derecha en la Argentina y la suspensión de Dilma Rousseff en Brasil abren un camino que puede derivar en el debilitamiento institucional del Mercosur. Cambiemos fue el primer gobierno que avaló la asunción de Michel Temer tras el impeachment. Su canciller interino José Serra ya expuso sobre la necesidad de flexibilizar las claúsulas constitutivas del bloque para permitir negociaciones bilaterales de libre comercio y evitar que sea condición sine qua non el acuerdo común.
Tres de los cuatro miembros de la Alianza del Pacífico –México, Perú y Chile– integran el Acuerdo TransPacífico (TPP) junto con los Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, México, Perú y Chile. El TPP involucra a 1000 millones de habitantes que representan el 25 por ciento de las exportaciones globales y el 40 por ciento del Producto Bruto Interno Mundial. La eliminación de barreras arancelarias, la resignación de las jurisdicciones nacionales para dirimir litigios, la garantía supranacional para que las corporaciones trasnacionales concreten sus negocios, la extensión de las patentes exclusivas durante más de una década para la industria farmacéutica y la flexibilización de toda legislación laboral son algunas de las cláusulas que trascendieron al firmarse el acuerdo secreto en octubre del año pasado.
El TPP surgió como continuación global del ALCA, el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, que en 2005 fracasó en la Cumbre de Mar del Plata por la resistencia de los entonces presidentes Hugo Chávez, Lula Da Silva y Néstor Kirchner ante la mirada atónita de George Bush hijo. Es la nueva criatura de los Estados Unidos para contraponer el poder creciente de China y en su momento también el de los Brics, el bloque de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, ahora en retroceso por las crisis en Rusia y Brasil. La Argentina de Cambiemos hace todo lo necesario para ser tenida en cuenta.

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Dos visiones sobre la decisión

Cuando pa’ Chile me voy...

Por Carlos Bianco *
Página/12
 
El próximo 30 de junio el presidente Macri viajará a Chile para participar como “observador” en la Cumbre de Jefes de Estado de la Alianza del Pacífico (AP). Previamente, la Cancillería argentina presentó un pedido formal para que nuestro país se transforme en “Estado observador” de dicho bloque. Se trata de una novedad en materia de política exterior para la Argentina, ya que si bien nuestro país mantiene profundas e históricas relaciones comerciales con cada uno de los Estados parte de la AP, este involucramiento institucional podría tratarse de un primer paso hacia un cambio más radical en la orientación del proceso de inserción mundial de la Argentina.
En los hechos, la AP se trata de un Tratado de Libre Comercio (TLC) que, más allá de haber eliminado los aranceles al 92% del comercio de bienes entre sus socios, incluye las disciplinas típicas de la última generación de este tipo de acuerdos, las cuales reglamentan aspectos adicionales del vínculo económico entre países tales como las inversiones extranjeras o las compras públicas.
El hecho de ser un “observador” de la AP no es un privilegio, ni una exclusividad, ni mucho menos. La AP cuenta en la actualidad con 42 Estados observadores entre países de los cinco continentes. Ser un Estado observador de la AP significa poco y nada. Básicamente, los observadores pueden participar de aquellas reuniones a las que sean invitados, aunque sólo con derecho a voz. Sin embargo, la experiencia indica que en esos ámbitos no se suelen discutir los temas sustantivos del esquema de integración, sino solo realizar un repaso somero del estado del proceso.

La estrategia de mediano y largo plazo

La solicitud realizada por la República Argentina para constituirse como Estado observador de la AP, desde un punto de vista económico, no conlleva ni oportunidades ni peligros. Se trata de una mera formalidad. Sin embargo, desde un punto de vista político o simbólico, dice mucho.
En primer lugar, se puede aventurar que se trata de un primer movimiento en el marco de una estrategia de mediano plazo tendiente a que Argentina se transforme en un Estado parte de la AP. En términos formales, nuestro país ya cumple con las condiciones requeridas como para presentar su candidatura a Estado miembro, ya que tiene suscritos acuerdos de libre comercio con al menos la mitad de los Estados partes: los Acuerdos de Complementación Económica (ACEs) suscriptos con Chile, Perú y Colombia son lo suficientemente amplios como para ser interpretados como TLCs. En caso de que la solicitud sea aceptada por los Estados parte de manera unánime, Argentina tendría un año calendario (con posibilidad de prórroga) para cumplimentar el conjunto de condiciones necesarias para iniciar el proceso de adhesión a la AP: básicamente, tener suscritos TLCs con todos los Estados Parte, en cuyo caso nuestro país debería primero suscribir un TLC con México.
Sin embargo, Argentina no podría avanzar en esa dirección sin que antes el Mercosur modifique su propia normativa. Hoy en día los países del Mercosur no se pueden sumar de manera individual como Estados parte a la AP, ya que tanto el Tratado de Asunción como la Resolución CMC 32/00 indican que los países del bloque tienen una política comercial común. Por consiguiente, los países del Mercosur deben negociar en bloque la realización de acuerdos comerciales con países de extrazona. Para poder sumarse a cualquier otro acuerdo como Estado parte, primero se debería “flexibilizar” o “degradar” al Mercosur, dejando de lado su estatus actual de “unión aduanera” para pasar a conformar un mero TLC.
En segundo lugar, esta decisión de pasar a formar parte de la AP como Estado observador quizás también responda a una estrategia de más largo plazo de formar parte de otros mega-acuerdos regionales, tales como el Trans-Pacific Partnership (TPP), dentro del cual ya se encuentran insertos tres de los cuatro Estados parte de la AP (Chile, Perú y México). De hecho, ya se produjeron declaraciones en este sentido por parte de funcionarios de alto rango del gobierno macrista.

La región como espacio de acumulación o como plataforma de exportación

Participar de la AP como Estado observador es una mera formalidad. Una eventual participación como Estado parte requiere la “degradación” del Mercosur, lo que permitiría a posteriori que Argentina pueda negociar individualmente su ingreso a otros acuerdos que sí serían peligrosos para el bienestar futuro de los argentinos, tales como el TPP.
El proyecto político y el modelo económico kirchnerista necesitó para su desarrollo de un esquema de inserción internacional que priorizaba a la región y al Mercosur como espacios de acumulación a partir de los cuales obtener las economías de escala y aprendizaje necesarias para la proliferación de los sectores industriales. Por el contrario, el proyecto político y el modelo económico macrista ven a la región y al Mercosur como meras plataformas de exportación de los productos en los que Argentina ya cuenta con ventajas competitivas vinculadas con la cantidad y calidad de nuestros recursos naturales. La diferencia no es menor para el pueblo argentino.
* Docente-investigador de la Universidad Nacional de Quilmes y ex secretario de Relaciones Económicas Internacionales.

 

Los riesgos de mirar hacia el Pacífico

Por Juan Manuel Karg *
Página/12
 
El ingreso de Argentina como Estado Observador a la Alianza del Pacífico (bloque regional compuesto por México, Colombia, Perú y Chile como Estados parte) fue saludado desde diversos medios de comunicación conservadores de nuestro país, que pretenden ver en la noticia el certificado final de defunción –tantas veces anunciado– del pelotón de instancias de integración autónomas: Unasur, Mercosur, ALBA y PetroCaribe. En contraposición a eso, la noticia no generó mayor repercusión en la prensa latinoamericana, que cubre con más énfasis el deterioro de la situación social argentina y los escándalos offshore del presidente Macri que su política internacional.
Por el momento, el ingreso argentino no es más que un saludo genérico a una instancia abarrotada de Estados Observadores, con casi 50 países en esa condición, contra sólo 4 con membresía plena. No hace falta más que ver el mapa que presenta la propia AP en su web para dar cuenta de ello, con una gran proliferación del bloque EEUU-UE en esta clase de membresía parcial que otorga voz en reuniones (y no mucho más). En su afán de no mirarse en soledad en una América Latina y el Caribe que aún sigue contando con mayoría de gobiernos nacional-populares y de izquieda –aunque no con el énfasis de años pasados, claro está– Macri orienta su política exterior rumbo a países que no han demostrado grandes logros en materia económica y social. Esto queda evidenciado en las propias estadísticas de la OCDE, que hablan de una desigualdad creciente en los Estados parte de esta organización apadrinada por Washington.
Un elemento interesante se desprende de una lectura inicial del Acuerdo Macro de AP, firmado en junio de 2012 en Chile: tres de los cuatro suscriptores han salido –o están camino a hacerlo– de la presidencia de sus respectivos países. Hacemos referencia a Piñera, Calderón y Humala, que dejan en soledad a un Juan Manuel Santos que ganó agónicamente la segunda vuelta de 2014. Es decir: hablamos de países con volatilidad política creciente, muy elogiados por la prensa corporativa pero con modelos político-económicos poco refrendados por sus habitantes en las urnas.
Pero AP tiene un problema adicional de dimensiones: viene atado al combo del Acuerdo TransPacífico (TPP). Intentar sacrificar el Mercosur –es preciso “flexibilizar” sus condiciones– para ir corriendo tras un mega-acuerdo que intenta correr a China en el marco del progresivo declive de EE.UU. no parece ser la opción más razonable para Argentina. Macri debería firmar dos Tratados de Libre Comercio –es decir, con la mitad de sus miembros plenos– para intentar ser Estado parte de AP en el futuro. Paradójicamente, a 25 años de la firma de un Mercosur que fue concebido en pleno auge neoliberal, es este tratado el que impide que la Argentina de PRO se tire de cabeza a la pileta librecambista que ofrece la AP. ¿Se animará a aún más el tándem Macri-Malcorra? ¿Buscarán romper el Mercosur por el capricho de “pertenecer” a los mega-acuerdos que exige EE.UU.?

* Politólogo UBA / Investigador IIGG UBA y Centro Cultural de la Cooperación.



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Peña rumbo a Washington

Página/12
La canciller Susana Malcorra recibirá apoyos extra en la búsqueda de darle aire a su candidatura a la secretaría general de las Naciones Unidas. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, llegará hoy a Washington para mantener una agenda de reuniones con funcionarios de la administración de Barack Obama, y el apoyo a Malcorra será uno de los temas a tocar. Hoy mismo, a las 15.30, Peña verá a la consejera de Seguridad Nacional, Susan Rice, una funcionaria clave en la Casa Blanca. También participará de la reunión el director para Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo, Mark Feierstein. En tanto, Peña estará acompañado por el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo. Luego, Peña se verá con la embajadora Kristie Kenney, consejera del Departamento de Estado. La diplomática recibirá a Peña junto con el jefe de Gabinete del secretario de Estado y director de Planificación Política, Jon Finer, y el subsecretario adjunto de Asuntos Hemisféricos Occidentales, Francisco Palmieri.

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